- ¿Por qué me mira así? - dijo asustada.
- Es irreversible. Lo siento. - dijo el doctor sin mirarle a los ojos.
Ella se dejó caer en el respaldo de la silla. Miró al techo de aquel lúgubre hospital y una lágrima rotunda brotó de su ojo izquierdo, trazó un sinuoso camino por su nariz y terminó resbalando lentamente por sus labios hasta llegar a la barbilla y lanzarse al vacío de la existencia.
- ¡Corten! -gritó el director - ¿Podrías hacer que la lágrima no pasara por la nariz y fuera directamente a la barbilla? Malditos actores...
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