Un autobús
parado frente a ella con las puertas abiertas. Respira tres veces y sube uno a
uno los tres escalones del autobús número 157. Las puertas se cierran y el
autobús se marcha con su ruido de motor viejo y oloroso.
La parada de
autobús se ha quedado vacía en la noche. Mañana será de nuevo lunes. Mañana por
la mañana la parada de autobús estará a rebosar de gentes con prisas, gentes
soñolientas, gentes recordando el fin de semana y gentes anticipando la
jornada. Pero entre toda esa gente, nadie se dará cuenta de las dos marcas de
fuego que dejaron los pies de Ella cuando imaginó un sentimiento. Nadie se
percatará de que tan solo unas horas antes, allí hubo alguien que decidió dejar
de esperar a la nada y coger por fin el autobús que la llevaba a casa.
Nos vamos. (Mi corazón y yo.)